El desplazamiento a GOUDA desde KINDERDIJK apenas de 27 kilómetros, fue tremedamente placentero y en apenas 40 minutos haciamos entrada en la ciudad. Habiamos puesto el GPS en dirección al centro y no tuvimos algun problema en llegar al destino. Sin embargo el inconveniente fue a la hora de poder aparcar el coche. La ciudad tiene diversos canales y el aparcamiento fue bastante complicado dado que la mayoría de plazas estaban ocupadas por los vehículos de residentes.
Por fin dando algunas vueltas encontramos una que particularmente me aterrorizo. Se trataba de aparcar en un sitio bastante justo y apenas a cuarenta centímetros de la orilla del canal, es decir cualquier equivocación nos llevaría a su aguas. Gracias a que Rodrigo llevaba el volante y se arriesggo a ello, eso si, antes yo ya me había bajado para tratar mediante señas indicarle como debería maniobrar.
Al fin lo consiguio mientras que a mi aun me temblaban las piernas pensando en un pequeño desliz que se hubiese podido producir. Una vez esto me quede al cuidado del coche mientras que Amparo y Rodrigo marcharon en busca del parkímetro donde pagar el estacionamiento, encontrándose con el inconveniente que ninguno admitia monedas y las tarjeta de débito o crédito españolas no las admitían o no supimos como hacerlo.
De nuevo cogimos el coche para tratar de buscar otro lugar donde dejarlo hasta que tuvimos suerte de encontrar uno que si admitía monedas, pero daba un tiempo máximo de una hora, cosa que nos pareció totalmente insuficiente. Tratamos de encontrar a alguien para preguntar por algun parking público de pago pero fue misión imposible, ningun rastro de humanos por las calles. ¡Voila! a Rodrigo se le encendió la bombilla y recordó haber visto el Hotel Best Western a poca distancia de donde nos encontrábamos. Nos dirigimos allí para preguntar que si tenían parking abierto al público en general y no solo para los huéspedes. La contestación fue afirmativa y por fin dejamos el coche en el mismo apenas a 605 metros del centro.
Desde alli tuvimos la oportunidad de pasear por Calles llenas de tradición. Unas con un canal incluido y otras no hasta llegar a la Gran Plaza o Grotte Markt. En este lugar la vista se te desparrama, nos encontrábamos antes una de las plazas mas bonitas de Europa. Bastante amplia y con edificios antiguos pero magnificamente cuidados.
Sin embargo lo que más sobresale es el del Ayuntamiento. Situado en el medio de la misma y totalmente aislado destaca por su extraordinaria belleza.
Su actual construcción de arte gótico flamigero data de 1450 ya que el anterior fue destruido por un incendio en 1438. Las escalinatas de estilo renacentista fueron añadidas en 1603. En la fachada derecha se puede observar un magnífico Carillón donado por el director de una compañia de Seguros. En el mismo se aprecian varias figuras que representan la firma del conde Floris V de los fueros de la ciudad en 1272. De su interior según he podido saber se pueden visitar diversas salas siempre que no coincidan con días que se celebra alguna boda, teniendo la mala suerte que precisamente coindicimos con una.
Después de una vuelta completa a la plaza, decidimos encontrar un lugar para comer. Las opciones eran bastante amplias ya que existían numerosos restaurantes donde elegir. no obstante y como siempre fuimos al que más público tenía en su terraza ya que generalmente con este detalle acertamos. Los platos abundantes y el servicio bastante esmerado aun no teniendo una carta en castellano. Después de esto continuamos la visita.
Realmente después de la comida y con el excelente día que hacía, me resulto bastante fastidioso tener que levantarme de la mesa y continuar el paseo pues estaba comodísimo, pero visitar una localidad a la que quizás no vuelvas, te hace volver a la realidad.
Unos pocos metros mas a nuestra izquierda se levantaba un magnífico edificio que no era otro que el Museo del queso, construido por Pieter Post en 1668 empleándose para pesar los quesos que elaboraban los granjeros locales, aparte de servir como mercado cubierto para la compra-venta de los mismos. El exterior del edificio bastante bonito, sin embargo el interior bastante decepcionante. En planta de calle se encuentra ubicado muy bien colocados diversos stands donde puedes adquirir diversos quesos Gouda como tiernos, semicurados y curados a precios de cualquier otro establecimiento de la ciudad.
Nuestro error fue adquirir los tickes para entrar en el denominado museo que nos costó 4 euros a cada uno. Para empezar tienes que subir unas escaleras que te llevan a la primera planta donde una persona sin pajolera de castellano te sienta en unas sillas y te pone un video en varios idiomas menos en la lengua de Cervantes, en el que se pueden ver las diferentes fases de elaboración del queso. Es verdad que aunque lleves tapones en los oidos, las imagenes te muestran todo el proceso.
Concluida esta fase continuamos subiendo escaleras hasta llegar a la seguna planta. En este espacio se pueden observar todos los artilugios donde preparaban el citado queso los granjeros, desde los recipientes de leche de la vaca, pasando por las batidoras entonces manuales, proceso de secado y pesado hasta su terminación para la venta. A mi entender una visita que no merece la pena.
Una vez terminada esta visita en la que Rodrigo prefirió quedarse en la calle, el y Amparo optaron por ver las tiendas existentes en la parte trasera de la plaza, mientras que yo me dirigi al Ayuntamiento para tratar de acceder a su interior, cosa que resulto infructuosa pues se estaba celebrado el coctail de una boda. A la vista de esto puse camino hacia la Iglesia de San Juan Bautista a pocos minutos andando atravesando la plaza.
La construcción de esta iglesia data de 1280 aunque restaurada en varias ocasiones después de tres incendios, el último de ellos causado por un rayo en 1552. Con sus 123 metros de longitud, se trata de de iglesia mas larga de Holanda. A la entrada de las misma me encontre que apenas tenía 10 minutos para su visita que costaba creo recordar 8 euros por lo que me di vuelta atras, sintiendo gran pesar por no ver sus célebres vidrieras, algunas datadas entre los años 1530 y 1630.
De camino de nuevo para la Plaza, me encontré con la bonita y trabajada puerta escultóricamente hablando del Antiguo Hospital Catharina datada en 1609, aunque el hospital propìamente dicho fue construido en un principio como hospedería para viajeros en el siglo XIV, habilitado posteriormente como Casa de Beneficencia para ancianos y desde 1910 dedicado a museo.
Una vez reunidos los tres nos dirigimos de vuelta a parking donde teníamos el coche. Durante el trayecto en la calle Lage Gouwe nos encontramos algo que nos sorprendió enormemente. En algunas casas y frente a las puertas de entrada observamos una especie de Placas con nombres de personas a los que los nazis habían asesinado a diversos miembros de la familia que supuestamente habitaban estas casas en aquel entonces. Fue una experiencia chocante pues era la primera vez que las veiamos aunque con el paso del tiempo se han vuelto familiares con nuestros viajes a Berlin donde abundan.
Por fin en el coche, pusimos rumbo a Scheveningen un pequeño barrio de La Haya a pocos kilómetros del centro donde se encuentran una amplísima playa con chiringuitos y restaurantes en la misma arena. Aparcamos el coche en el paseo marítimo previo pago por supuesto de unos cuantos euros y mientras que Amparo y Rodrigo se iban a la orilla del mar, aproveche por darme un paseo por la parte de arriba y hacer algunas fotografías a una serie de casas que a tenor de su vista el precio tendría que ser más bien elevado.
Serían ya las 19 horas y viendo que se avecinaba otra vez lluvia con un cielo bastante encapotado, nos fuimos para el camping situado escasos 10 kilómetros de allí. Pronto nos fuimos a la cama ya que al día siguiente, lloviese o no iríamos a Amsterdam.