Después de visitar la Torre e Iglesia de San Pedro por fin llegamos con la guía a la Plaza Carlos Castel denomidada y conocida como "El Torico", centro neurálgico de la ciudad.
La ciudad antigua de Teruel, se encuentra asentada en una muela, término semejante a meseta, es decir una elevación rodeada de barrancos y gargantas cuyo vértice superior es plano y hasta en casos cóncavo. Teruel en la época musulmana no es que fuera en si una ciudad, sino que se trataba de un asentamiento defensivo con el objetivo de parar la reconquista por parte de las tropas cristianas por parte del rey Alfonso II. Cuenta la leyenda que cuando estos últimos llegaron aquí y siguiendo las costumbres de entonces, soltaron un toro que se paro debajo de una estrella y empezaron en este lugar la construcción de la ciudad a la que llamaron Toruel Tor por el toro y Uel por la estrella denominada Actuel, dos de los símbolos del escudo de la ciudad.
La plaza es de forma triangular y no como en la mayoría de los casos rectangular o cuadrada, teniendo en su centro una fuente con cuatro caños que representan cabezas de toros. En el centro de la pila circular que recoge el agua de los mismos, se encuentra una columna de piedra labrada en cuyo vértice superior nos encontramos al famoso Torico asentado sobre una base rectangular. Es una escultura labrada en bronce macizo fundido que a pesar que a simple vista parece bastante pequeño, su peso es de 54,5 kilos siendo la longitud del mismo desde la boca hasta la cola de 45 centímetros.
En la misma plaza y en el número 13, nos encontramos con una de las casas modernistas mas peculiares de la ciudad, se trata de la Casa del Torico, construída en 1912 por el arquitecto Pablo Mongió para la familia López. Su nombre viene del local que ocupaba la planta baja dedicado a la venta de tejidos hasta los años 80 que paso a ser propiedad de la Caja Rural Provincial. Es de destacar su color violeta y las columnas de fundición en la entreplanta dando continuidad a los soportales de la plaza.
Dando la espalda al Torico ya en la calle Nueva número 4 a pocos metros de la plaza, nos encontramos con otra casa del mismo estilo y ejecutada por el anteriormente citado arquitecto. Se trata de la llamada Casa Ferrán con una admirable conjución de los materiales empleados, la madera, el estuco, la piedra, el mármol y la forja, destacando un mirador espléndido.
Una vez concluida la visita a la mencionada `plaza, continuamos la visita por la Calle Juan Pérez que nos conduciría a la Plaza Fray Anselmo Polanco donde nos encontaríamos con el Museo Provincial de Teruel, conocido como Casa de la comunidad. Se trata de una construcción palaciega del siglo XVI que ha tenido diferentes usos. Es un edificio de estilo renacentista aragonés de cuatro plantas de la que sobresale la última con quince vanos apoyados en columnas dóricas. Declarado Monumento Histórico Artístico Nacional en 1974.
Continuamos nuestro caminar por la Calle Santa Emerenciana hasta llegar a la Plaza de la catedral, contemplando primero la parte posterior de la Catedral que ya de por si te deja sin aliento.
Fue comenzada a construir en el último tercio del sigo XII en estilo románico aunque con posteriores reformas con lo que de lo primero no queda nada. Esta dedicada a Santa María de Mediavilla, llamada así por encontrarse entonces en medio de la villa árabe.
Dando un paseo por su exterior, lo primero que llama la atención es su gran torre campanario que se comenzó a construir en 1257 en piedra, ladrillo y la típica cerámica vidriada. Para muchos la más antigua de la ciudad, aunque para otros sería la torre de San Pedro. En la parte inferior como viene siendo habitual podemos observar en el urbanismo mudéjar, un gran arco apuntado que permite la circulación peatonal entre la Plaza de la Catedral y la del Venerable Francés de Aranda, donde se abre la puerta del Obispo de estilo barroco clasista y que por cierto fue nuestro acceso al interior del templo.
Un precioso cimborrio levantado en el año 1538 por el maestro de obras Martón de Montalban siguiendo los planos realizados por Juan Lucas Botero en 1537. El motivo de esta obra era dar más luminosidad al retablo renacentista creado por francés Gabriel Joly en 1536.
Siguiendo en la misma plaza podremos contemplar la gran portada neorrománica y neomudéjar, realizada en 1509 por Pablo Monguio y una gran reja de Matías Abad. La visita al interior la hicimos por la tarde aunque la relate dentro de este capítulo. Al entrar previo pago del correspondiente ticket, se nos advirtió que la visita guiada estaba a punto de finalizar por lo que no podríamos acceder a la planta superior y por supuesto como de costumbre que estaba totalmente prohibido hacer fotografías.
Lo primero en admirar es la Techumbre de armadura de par y nudillo mudéjar en su nave central datando la misma del siglo XIV y 32 metros de longitud. En la misma se puede observar su decoración con motivos constumbristas de la época y religiosos. Es conocida como la Capilla Sixtina del arte mudéjar.
Continuando nuestro pequeño paseo por el interior y escondido detrás de las columnas para hacer algunas fotografías como si de un ladrón se tratara (parece mentira pero es cierto. nos aproximamos al gran Retablo Mayor, está tallado en madera y representa los misterios de la vida de Cristo y de su Madre.
Para concluir esta visita nos aproximamos a la Capilla de la Inmaculada, obra del escultor Francisco Moya con dorados de Francisco Villarroya del siglo XVIII. En el centro veremos la imagen de la Inmaculada Concepción y a ambos lados las tallas de Santa Ana y San Joaquín.
Tanto TORRE, LA TECHUMBRE y EL CIMBORRIO estan declarados Patrimonio Mundial de la Humanidad.